miércoles

la serpiente emplumada

Súbditos de Nagrandano y Nequecheri, precedidos por los envejecidos padres de las tribus, llegaban hasta él en frágiles canoas, a depositar al pie del altar sus ofrendas de oro, plata y piedras preciosas al Dios supremo. Un viejo guerrero, a quien todos respetaban como una divinidad, cuidaba el templo. Tenía músculos grandes, llevaba al pecho poblado de tatuajes y su arrugada piel marcada con cicatrices. Vencedor de cien combates gloriosos por su tierra y por su dios. Una tarde, la princesa Izayana, hija del cacique Nequecheri, perfumada con flores de la campiña, llegó a la orilla de la laguna acompañada por los conquistadores españoles, pretendiendo entrar al templo, creyendo que éstos eran los hijos del sol. El fiero guardián no comprendió el engaño del que había sido víctima Izayana y tomando esto como traición, contrajo terriblemente las facciones, una intensa cólera brilló en sus ojos y levantando su cuchillo de obsidiana sobre Izayana, le dio muerte; los blancos conquistadores que sólo querían apoderarse del tesoro, dispararon sus mosquetes hiriéndole. Agrega la leyenda, que el guerrero herido, se arrastró dentro del templo como una serpiente y que al sacudir no se sabe qué base, el templo del dios se hundió para siempre con sus tesoros, en las profundas aguas de Asososca. Sólo la Serpiente Emplumada siguió protegiendo la misteriosa laguna, como sortilegio encantador.

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